lunes, 6 de julio de 2015

ROLES DE GÉNERO Y TOMA DE DECISIONES SOBRE LA TIERRA
En las comunidades rurales, todos los miembros de la familia se encargan de trabajar la tierra. Sin embargo, a pesar de ello, tradicionalmente las mujeres han sido continuamente marginadas en el acceso equitativo a la tierra, principalmente a través de la herencia.
Las mujeres heredan tierras en menor cantidad y de menor calidad que los hombres y aunque esta situación está cambiando poco a poco, la  discriminación  se mantiene. Esta  situación de inequidad se puede explicar considerando cuatro tipos de mecanismos: los legales, los culturales, los estructurales y los institucionales.
Mecanismos Legales
A lo largo de la historia, las reformas legales agrarias  dieron por hecho que al titular sólo a los “jefes de familia” (hombres), el resto de los miembros de la familia automáticamente se beneficiarían. Sin embargo, la experiencia nos muestra que cuando los matrimonios se disuelven, las mujeres pierden sus derechos sobre la tierra, generando así una gran inequidad.
La Constitución Política del Estado, la Ley INRA, la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria de 2006 y  el Decreto Reglamento de la Ley INRA de 2007, respaldan el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra.
Mecanismos Culturales
Pese a que las mujeres trabajan cada vez más en la agricultura y son las que principalmente garantizan la seguridad alimentaria de las familias, en las comunidades la agricultura es considerada como una ocupación sólo de hombres, mientras que el trabajo de las mujeres se considera una “ayuda” por lo que es un trabajo invisible. Por esta razón de orden cultural, las mujeres han sido discriminadas en la herencia de la tierra, ya que las parcelas se traspasaban de padres a hijos suponiendo que solo los hombres se encargaban de la agricultura.
Mecanismos Estructurales
El trabajo de la familia en la agricultura, en el hogar y en la comunidad se ha dividido de diferente manera para hombres y mujeres.

Mientras las tareas del hogar (roles reproductivos), que se dan principalmente en el ámbito privado, son asignadas casi exclusivamente a la mujeres, las actividades productivas y de representación familiar y comunal se dan en el ámbito público y se asignan principalmente a los hombres. Esta división del trabajo por género sitúa a hombres y mujeres en distintos puntos de partida y nos lleva a prácticas discriminatorias que se dan a nivel de la familia, la comunidad, el Estado y el mercado.

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