ROLES DE GÉNERO Y
TOMA DE DECISIONES SOBRE LA TIERRA
En las comunidades rurales, todos
los miembros de la familia se encargan de trabajar la tierra. Sin embargo, a
pesar de ello, tradicionalmente las mujeres han sido continuamente marginadas en
el acceso equitativo a la tierra, principalmente a través de la herencia.
Las mujeres heredan tierras en
menor cantidad y de menor calidad que los hombres y aunque esta situación está
cambiando poco a poco, la discriminación se mantiene. Esta situación de inequidad se puede explicar
considerando cuatro tipos de mecanismos: los legales, los culturales, los
estructurales y los institucionales.
Mecanismos Legales
A lo largo de la historia, las
reformas legales agrarias dieron por
hecho que al titular sólo a los “jefes de familia” (hombres), el resto de los
miembros de la familia automáticamente se beneficiarían. Sin embargo, la experiencia
nos muestra que cuando los matrimonios se disuelven, las mujeres pierden sus
derechos sobre la tierra, generando así una gran inequidad.
La Constitución Política del
Estado, la Ley INRA, la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria de
2006 y el Decreto Reglamento de la Ley
INRA de 2007, respaldan el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra.
Mecanismos Culturales
Pese a que las mujeres trabajan
cada vez más en la agricultura y son las que principalmente garantizan la seguridad
alimentaria de las familias, en las comunidades la agricultura es considerada
como una ocupación sólo de hombres, mientras que el trabajo de las mujeres se
considera una “ayuda” por lo que es un trabajo invisible. Por esta razón de
orden cultural, las mujeres han sido discriminadas en la herencia de la tierra,
ya que las parcelas se traspasaban de padres a hijos suponiendo que solo los
hombres se encargaban de la agricultura.
Mecanismos Estructurales
El trabajo de la familia en la
agricultura, en el hogar y en la comunidad se ha dividido de diferente manera
para hombres y mujeres.
Mientras las tareas del hogar
(roles reproductivos), que se dan principalmente en el ámbito privado, son
asignadas casi exclusivamente a la mujeres, las actividades productivas y de
representación familiar y comunal se dan en el ámbito público y se asignan
principalmente a los hombres. Esta división del trabajo por género sitúa a
hombres y mujeres en distintos puntos de partida y nos lleva a prácticas
discriminatorias que se dan a nivel de la familia, la comunidad, el Estado y el
mercado.